Conoció a una mujer tetona y necesitada y le sentó el bambú en el coño. La traviesa tenía el coño caliente y loco y quería desnudarse. Ese día ella se fue a un lugar escondido y los dos empezaron a tener sexo con todo el placer del mundo. El polvo fue alucinante con el placer de ser real y poder correrse deliciosamente sobre la polla del travieso comedor.
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