Coño cremoso rebotando en el palo
Paulina estaba acostada en su cama con Buceta cremoso, el olor de ese día caluroso le resultaba delicioso. No podía concentrarse en los libros que estaba leyendo y empezó a fantasear. Se imaginó besando a un hombre, sintiendo sus cálidos y dulces labios. Si era algo que ella realmente deseaba o si era sólo una fantasía. Se onduló ligeramente sobre la cama, miró el cielo azul a través de la ventana abierta y pasó suavemente los dedos por su cuerpo.
De repente, Paulina sintió que su corazón latía con fuerza cuando sus dedos llegaron al final, deslizándose suavemente sobre su cremoso coño. Todo su cuerpo parecía arder y todos sus sentidos se vieron afectados. Paulina respiró más rápidamente, tapándose la boca con la sábana para no gritar.
Paulina deslizó su pulgar sobre su clítoris, con cada caricia su cuerpo reaccionaba intensamente, sentía aún más calor, hasta que uno de sus dedos entró en su cremoso coño. Siendo cariñosa con su cuerpo, venda suavemente toda la zona íntima hasta que ya no puede resistir el deseo y comienza a gemir. Y finalmente, la recompensa: un orgasmo irresistible e intenso, que la dejó tan satisfecha que automáticamente se quedó dormida.
Soñar con el hombre perfecto chupando un coño cremoso
Cuando Paulina despertó sintió como si hubiera hecho algo malo en el sueño, como si el hombre que vislumbrara con sus ojos de fantasía no fuera el suyo. Usó sus dedos para asegurarse de que todo lo que había experimentado esa mañana fuera real, pues el sentimiento de satisfacción seguía ahí, intoxicándola de placer.
Luego de tomar un refrescante baño, Paulina volvió a quedarse dormida, esta vez perdida en un intenso sueño. Estaba sola, parada en medio del desierto. Miró a su alrededor y vio que un hombre se acercaba. Era alto, moreno y tenía una voz sorprendentemente tranquila. Él se acercó aún más, sus miradas se encontraron y lo que ella sintió fue una ola de calor en cada célula de su ser.
Era increíble cómo ese hombre podía hacerla sentir tan segura y feliz. Sintió una punzada de anhelo, como si él le hubiera pertenecido durante mucho tiempo. Él se acercó aún más y ella sintió su presencia cálida y reconfortante. Sintió el deseo incontrolable de rendirse, pero no sabía cómo.
De repente, se sintió obligada a hacer contacto con su cuerpo y comenzó a besarle los dedos. Con sus labios, fue bajando más y más, haciendo un rastro de caricias hasta su vientre. Ella se detuvo y lo miró, e incluso en la oscuridad, supo que él la deseaba tanto como ella lo deseaba a él.
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